Siempre alado tuyo |
A veces no todo son dientes que rasgan la carne llegando al
alma. En ocasiones también hay piel sonriente, tímida, avergonzada de su falta
de fronteras y murallas. Tontitas buscan caricias porque son el alimento que les sostiene, lo demás es falso, sólo las caricias alimentan, el resto de
comidas sólo engordan.
Cuando se pone el Diente rey y se esconde la Soluna, aparecen los niños
bajo las piedras para jugar a ser mayores, pero con las reglas de las niñas el
juego es más divertido que la realidad y los fantasmas se enganchan a las
drogas para no volver a su inframundo.
Las lágrimas podridas de lxs poetas ensucian su sangre y
contaminan los ojos de quien mira las letras enfermas. Lxs poetas deben
abominar su poesía para dejar que les crezca dentro de su cuerpo un cerezo. Cuando
el cerezo ha crecido dentro del cuerpo y salen las cerezas por los poros,
entonces pueden escribir poemas que sirvan al mundo, hasta entonces sólo deben
escribir recetas de cocina que sirvan para engordar anoréxicos.
Cantan las fábricas nanas para las alondras, y al ocaso sale
incienso de sus chimeneas para endulzar las meditaciones estáticas de quienes observan
el baño de la estrella.
Se encadenan abrazadas las personas y las lagartijas para
rodear la tierra con un anillo mágico que evite las vibraciones negativas de
los miedosos.
Bailan los papeles con la brisa, escapándose de sus carteras
para devolver la identidad a sus esclavos, y se les unen los billetes de todas
las clases, sexo, razas y religiones.
Hay noches que escucho a todas las pieles pidiendo un cuerpo
onírico que sienta tan intensamente como el otro.
Y gritan para que les escuche su dueña dormida y les traiga
un regalo por la mañana en forma de dibujo con el dedo sobre el vello.
Y rezan al dios que les soporta para que les toque un premio
en forma de lluvia que les cubra de suspiros.
Y exigen que les devuelvan sus murallas si no van a ser
ametralladas con besos.
Y aúllan a la
Luna para que eloquezca a las cabezas de piedra y perdonen
los errores de la inocencia dejandoles sin castigo y premiandoles con cuentos
de chocolate y sueñito que se les lleve a su país junto a lxs niñxs.
La piel no sabe a quién pertenece, no sabe si es la frontera
que te separa del aire o es la frontera del aire que le separa de ti. Por eso
está triste en tierra de nadie, mendigando un trozo de otra piel que la cubra,
la toque y le recuerde quién es.