30 de abril de 2020
Planeta corazón de hierro
Excavo profundo en la tierra
en busca de mi raíz
casi hasta alcanzar el magma
pero no la encuentro
e inspiro el aroma de la luna
y trato
con mi pluma eléctrica
de retratar a lo invisible
de poner voz a lo innombrable
intentando
futilmente
de asir lo evanescente
tomo consciencia en un instante
de la música originaria
y me entrego a bailar a su son
sincronizado con el latir
de mi Naturaleza más profunda
para al instante siguiente
perderme entre la humanidad
y volver a ser apresado
encarcelado
por el ejército del miedo
agradecido
en silencio ante el infinito
inmóvil
bajo el huracán de fuego
estático
de la mano del niño que fui
preso
del deseo que me engendró
víctima
de la historia que me precedió
efecto
de la que antecedió a este planeta
unicoverso mágico
de los mundos que lo concibieron
perdido en el desierto de la sociedad
bago en busca de la amapola
llegando hasta los Himalayas
y al no hallarla allí con vida
caigo desconsolado
en los brazos del gran silencio
donde ni estoy yo
ni revive la amapola
ni se escribe poema alguno
y rendido
reducido a la mínima expresión humana
enarbolo la bandera blanca
de la más absoluta y sencilla
religión de la ignorancia
21 de abril de 2020
El florido árbol de la vida.
La vida baila
exuberante
retadora y
veleidosa.
La vida danza
lujuriosa
dominante y
caprichosa.
La vida no mira al
cruzar la calle
porque es el coche
que atropella
y quien es
atropellada
porque es la
ambulancia que socorre
y el poli
encadenado que encadena
y
porque por suerte o por desgracia
porque por suerte o por desgracia
es la noticia que lo
cuenta
de oreja en oreja de
papel
y de boca en boca de
tijera.
La vida es una mujer
tejedora de hombres
enredadora de
historias
que menstrua
monstruos
y deja miguitas de
pan
para las animalas
asalvajadas.
La vida se sostiene
mágicamente
sobre un elefante en
llamas.
Dibujo: Irene de Madrazo
Texto : Jose Ibn
Texto : Jose Ibn
1 de abril de 2020
Detrás de nuestra historia.
Siguiendo el curso
olvidado,
sensiblemente
embriagado,
caminando de la
mano
con mi niña rabia
y mi niño
confusión,
llego tan tan lejos
que para cuando me
doy cuenta
apenas recuerdo el
camino de vuelta
al edén del que he
venido.
Y se me agrietan los
años
pero no las murallas
de quien soy.
En ocasiones sueño
que me ves
por fin
sencillamente
natural.
Y en mi agitado
dormitar
me duermo
plácidamente
acurrucado en el
dulce regazo
de la madre de todos los planetas.
Dibujo: Irene de Madrazo
Texto : Jose Ibn
Dibujo: Irene de Madrazo
Texto : Jose Ibn
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