3 de marzo de 2013

El soldado blindado

Tanke Jou es de Luisiana y forma parte del primer escuadrón de la compañía segunda del tercer regimiento de infantería. Por las noches cada cuatro horas escucha quinto levanta para practicar como levantarse a la mañana. Le pagan en sextercios por ser la moneda oficial desde su fundación, y como reza a la entrada del cuartel “lo que está recogido en el acta fundacional es credo”, así que aunque ya no sirva la moneda tiene que aguantarse. A causa de no tener dinero lleva la ropa llena de sietes, y tiene el cuerpo hecho un ocho por tener que dormir torcido en un roído colchón de muelles asesinos que atraviesan la mohosa estructura. Por las noches reza una novena a San Juan Tadeo para dar las gracias por la suerte que tiene, ya que al décimo día de ingresar en el ejército le prohibieron escuchar sus sentimientos y desde entonces vive feliz y contento.

Tanke Jou ya no es un mote, se ha convertido en un documento nacional de identidad.

Hace tiempo que su capitán le dijo que lo que veía no le mostraba lo que había si no lo que él estaba capacitado para ver, así que decidió mentir como un bellaco y decir que veía un mundo maravilloso para que pareciera que así era él por dentro.

Nunca ha querido a ninguna mujer como pareja a pesar de sentir un profundo amor por varias en su vida, pero como su madre, que era bióloga, le dijo de pequeño que el amor no existía y que tan solo era un invento-excusa de la naturaleza para auto-perpetuarse, pues él decidió no ceder al chantaje natural e ir contra natura solo para sentirse alguien sobrenatural.

Reniega de su padre, cuando alguien le habla de él, pregunta ácidamente “¿quién, el marica extra-sensible ese?” y corta la conversación con un “la gente sin cojones par mí no se merece respeto, no cuenta”.
Ya desde muy pequeño empezó a llevarse mal con su padre, a pesar de la amabilidad y el buen trato de este, pero la gota que colmó el vaso fue el día que entró en el cuarto de su padre y le encontró pintando sobre la cabecera de la cama: “Tengo miedo, tengo frío, tengo hambre, tengo sed, tentaciones y mezquindad por los rincones. Tengo defectos, sí, así es, justo como lo estás pensando, soy… perfecto.”

En el campo de batalla se comporta como un loco temerario y parece que no le teme a nada, nadie, ni a la muerte. Algunos compañeros le preguntan qué es eso que le mantiene sereno y confiado en los momentos más terribles. Y Jou les responde que cuando era pequeño su tío el filósofo le dijo que nunca temiera encontrarse con una situación difícil. Que no tuviera miedo a la muerte, porque en un momento así de desesperación total, su mente inventaría a Dios, y él descansaría tranquilo sostenido por ese Dios que le iba a guiar en el buen camino del otro mundo.
Y así lo hace siempre, busca impertérrito el momento desesperado en que por fin conozca a Dios.

Tanke Jou por dentro es de algodón, pero está atrapado en un cuerpo de músculo blindado.
Tanke Jou no llora, no tirita, no se cansa, ni tiene hambre, sed, ni sufre, ni desea, Tanke Jou es así, justo como lo estás pensando, Tanke Jou, es… perfecto.