Queridxs amiguitxs de este mundo, estamos hoy aquí reunidxs
para contraer patrimonio con nuestra única pareja que jamás nos abandonará,…
nuestra parte ridícula, esa parte cutre que tratamos de ocultar para parecer más
cools, más ins, más respetables y más chachis pirúlis.
Esta parte, a la cual ahogamos constantemente pensando que
va a tirar por tierra todos nuestros esfuerzos de labrarnos un respetuoso lugar
en esta sociedad, finalmente va a convertirse nuestra salvadora, si le damos
cancha claro. Será esta parte de la cual nos podemos reír la que liberará del
peso de la indescifrable existencia y que nos aportará la libertad para
alcanzar la sabiduría máxima, el momento eterno de felicidad efímera.
Y cómo no vamos a reírnos de nosotrxs, si motivos tenemos, y
muuuchos. Estos cuerpos torneados por un pariente de Botero borracho, no se
merecen que les juzguemos por el rasero de la moda, se merecen que los bañemos
en vino mientras nos reímos de nuestras curvas, descuelgues, estrías, lorzas, verrugas,
pellejos, pelajos, huesacos, amorfidades, purulencias, olores, deposiciones,
calvas, tics, y un sinfín de maravillas que nos hacen seres únicos e
irrepetibles. (por suerte)
Quién no ha tenido un tropezón, o se ha caído de forma
estupida y luego se ha levantado mirando a ver si alguien le había visto, pues
claro que te han visto, seguro, y se han reído de ti bien a gusto, cómo no.
Quién no ha dicho la estupidez más grande posible mientras
la defendía a capa y espada ignorante de su burrada, y en algunos casos hasta
ha salido en la tele.
A quién no se le ha escapado un cuesco en un mal momento, o
ha llevado pegado un moco o algo peor mientras intentaba ligar o tenía una
entrevista de trabajo.
Quién no ha hecho una apuesta absurda y la ha llevado hasta
su máxima expresión causándole un mal que estuvo a punto de costarle caro.
A quién no se le ha roto la ropa dejando al descubierto algo
que no quería descubrirse, o llevaba la ropa del revés, mal puesta, arrugada,
sucia por haberse sentado donde no debía, o simplemente parecías un espantapájaros
aunque te costara creerlo.
Quién no ha saludado a una persona confundiéndola con otra o
le ha cambiado el nombre por el de su ex.
Quién no ha tenido una noche de gloría etílica y ha
protagonizado una escena ridícula a más no poder mientras se sentía la puta
jefa de la noche.
Y podría seguir así infinitamente, porque somos seres ridículos,
estamos hechos para que se rían de nosotrxs, y para que nosotrxs podamos reírnos
del resto de personas, esa es nuestra maravillosa esencia. Pero esa risa no es
de crítica como la que estamos acostumbradxs, no es para disminuir a la persona
de enfrente, es para empatizar con su esencia ridícula y compartir simpleza
humana desde el cariño, el respeto y la comprensión profunda.
Así que ríete de ti, para así poder dejar que lxs demás se rían
también de ti, regala esa posibilidad de relativizar y descomprimir esta olla a
presión en la que se ha convertido la vida.
Porque somos ridículos, somos animalitos, somos frágiles y cómicas,
estúpidos, incoherentes y sencillas, y esa es la clave de la libertad, el resto
es una cárcel impuesta a la que le hemos puesto barrotes de oro y defendemos
como cancerberxs.
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