26 de marzo de 2018

Los perros del reloj sin tiempo.


Huelo a persecución sin pausa
a calma fingida
mientras la mirada vuelve
intermitente
hacia el rastro de la huida.
Los perros del reloj
me enseñan sus colmillos de tiempo
algo roidos
pero aún fieros.
Yo, les intento acariciar
superando mi viejo miedo.
A veces me muerden la mano
pero ellos no quieren hacerlo
y me devoran
tan delicadamente
que apenas me quedan marcas de sus dentelladas
en mi recuerdo...consciente.
Pero sigo corriendo y corriendo
con la ilusión del ensueño
de que algún día
igual
a lo mejor
quizá
puede
que tenga suerte
y consiga vencerlos
definitivamente.
Finalmente abandono mi sueño
abandono mi huida
abandono mi miedo
y por fin
a la fuerza vencida
me detengo.
Los perros se paran tras mis pies sin entenderlo
respiro hondo
siento mis emociones aporreaando las puertas de mis ojos y mi pecho
me doy la vuelta
levanto la cabeza les miro despacio
con respeto
y les pregunto perdido
como una liebre en un canodromo en el infierno
¿Por qué nos estamos persiguiendo desde hace tanto tanto tiempo?
Pero no me responden
y se miran
fijamente
sin caras de perro
y se quedan allí sentados mientras yo comienzo con mi regreso
para volver a tomar las riendas de mis temores
y soltar las de mis excesos
sin más ataduras
ni morales
ni credos
que las que me marquen los límites infinitos
del camino excitante
de mis propios deseos.