31 de enero de 2020

La humilde confianza

El viento que me llega desde los confines del universo
me habla de la vida eterna,
de no tener nada aquí ahora
para estar con el todo siempre,
de poder vaciar mi mente
para mirar de igual a igual
a los ojos de la mar.

21 de enero de 2020

Capitulo 3. El despertar del ensueño humano

A partir de aquel primer día en que la ira me empujó a levantarme y seguir adelante me dediqué a concentrarme en sobrevivir fuera como fuera. Los días pasaron precedidos y continuados por sus largas y solitarias noches. Los esfuerzos diarios por alimentarme me empezaron a pasar factura. Mi delgadez era extrema, mi suciedad y olor devoraban mis restos de humanidad para integrarla en otros ordenes de la naturaleza que hasta ahora me habían sido vedados. Mi cuerpo estaba herido y dolorido de las infinitas caminatas, de excavar el suelo con las manos para encontrar raíces y agua, de acarrear piedras y troncos, de golpear piedras para tratar de hacer fuego.

En una de mis actividades diarias mi cuerpo se rindió, y con él mi mente. Me dejé caer al suelo lentamente como vencido por un peso formidable que había sostenido sin ser consciente. Respiré polvo con mi cara contra el suelo, una lágrima surcó la costra de tierra de mi mejilla.

Una conciencia de impermanencia me atravesó suave e indoloramente. Fui consciente de que la ira me había abandonado, o quizá se había agotado, y que la historia tenía los días contados. Me rendí sin resistencia, sin esfuerzo, sin tristeza.

Poco a poco me fui sentando en el suelo. Miré a mi alrededor, era un lugar hermoso, la luz era cálida y el silencio se me antojó dulce. De pronto comencé a disfrutar de ese lugar que momentos antes me parecía inhóspito, un adversario al que vencer, o más bien, un enemigo al que derrotar.

Cerré los ojos para intensificar la experiencia. Pensé... hermosa tierra si te pudiera sentir... si te pudiera escuchar...aunque solo fuera una vez..

De pronto escuche una voz suave viniendo desde el fondo de mí, o de la tierra a través de mí, que decía...

- Ya me sientes y me oyes, siempre lo has hecho..¿Qué quieres?
- No soy consciente de haberte oído nunca... pues... quisiera aprovechar al máximo estos instantes. Entender el sentido de mi vida, de esto que me está pasando, sublimar mi final tocando a...Dios o algo así...
-  Piensa...¿Qué es lo que te ha hecho hablarme?
-  Pues...estaba disfrutando del momento...y he pensado que se iba a terminar y no quería..
- ¿Por qué no querías?
- Porque era hermoso, dulce, agradable...amoroso.. me sentía pleno y en paz..
- ¿Y qué más crees que te podriamos aportar yo, o eso a lo que has llamado Dios, a esa experiencia que estabas teniendo..?
- No sé... entendimiento..
- ¿Qué te aportaría el entendimiento
- Tranquilidad..paz
- Ya estabas tranquilo y en paz...
- No sé...algo más de conexión..
- ¿No te sentías conectado?
- Sí, pero se ha detenido
- ¿Cuándo?
- Pues... al pensar que igual se acababa y empezar a hablar contigo...
- Por eso nunca te había hablado antes. Olvidate de todo lo que has leído que podías encontrar, vacía tu mente de todo lo que no tengas en este momento y vuelve a hacer lo que estabas haciendo.
- ¿Y qué estaba haciendo? No lo sé muy bien..
- Sentir...quizá, por última vez, la brisa, la luz, el silencio, sin más.

Mi mente se quedó inmóvil intentando decir algo, pensar algo... qué...cómo... Dentro de mi mente bloqueada se calló la voz, sentí desesperación, abandono, pérdida.. por un instante pensé que... Dios... venía a salvarme a mí, su hijo predilecto, al único al que salvaría de tener el mismo final que el resto... y lloré como nunca antes lo había hecho, desgarradamente, como un niño con voz de viejo que se desgañitaba y se deshacía al tiempo que sus cuerdas vocales. Perdí todas las fuerzas, mis músculos y huesos se desencajaron como los de un muñeco de trapo y caí al suelo como un animal abatido por un disparo mortal.

Abrí un ojo... era de noche... lo cerré.

Abrí el otro ojo... era de día... el sol me quemaba... lo cerré.

Volví a abrir los ojos, todo seguía igual, recordé la imagen de una de mis ovejas muriéndose lentamente durante días. Esa oveja era yo, yo era todos los animales y seres que habían muerto antes que yo, lentamente, solos, sin consuelo. La imagen del Dios salvador que había estado escondida dentro de mí comenzó a derretirse y a transformarse en la de una dulce mujer con una guadaña que venía para terminar con mi sufrimiento, mi consuelo fue ella, venía a por mí, no se había olvidado de mí, mi única compañera era ella... el sentido de mi vida.

Me sentí en paz, sabía que de un momento a otro vendrían a recogerme las imagenes de mis antepasados... pero ya no las necesitaba, estaba listo para el viaje... la mujer levantó la guadaña... cerré los ojos... y...


7 de enero de 2020

El Sol o tú


Soledad es tan vieja
como la edad del Sol.

Es una enorme madre
silenciosa, cariñosa y acogedora
que me lame las heridas de la vergüenza
sin juzgarme jamás.

En su regazo me recargo de valor
para volver al otro mundo
ese donde están l@s otr@s.

Soledad es una bruja mágica
que me concede la capacidad
de ser yo mismo
mi propio Sol.

6 de enero de 2020