8 de febrero de 2012

La Dignidad del Oprimido

Hoy voy a comenzar con este texto polémico ya antes de ser compartido públicamente.
Pero bueno, algo me obliga a hacerlo, así que lo que tenga que aprender, tanto si es para bien como para mal, pasa ineludiblemente por compartirlo.   Y dice así...  
 
¡Cuidadito con la dignidad!
A ver de dónde viene y que es lo que oculta bajo su romántico y respetable manto. Porque está de moda, y es súper digno estar jodidxs, es súper digno que te puteen en el trabajo, es súper digno que te opriman los políticos,... vamos, te joda lo que te joda, es súper digno. Estar en el lado del puteado y oprimido, es súper digno.
¿Y que pasa justo en las antípodas de esto? Pues, obviamente, lo contrario. No estar oprimido, ni puteado y disfrutar de una vida de “éxito”, con dinero de sobra y con poder para elegir un sinfín de detalles de tu vida, pues,… es indigno.
¡Pues ojito! porque todxs hemos deseado (y seguimos deseando, seamos sincer@s) alguna de estas cositas en algún momento de nuestras vidas. Y eso nos convertiría inexorablemente en “seres indignos”.
Además, por otro lado, hay una parte de esta indignidad, que está relacionada con conseguir las metas que uno sueña y desea en su vida, con vivir bien, con creer y confiar en un@ mism@, y con otra multitud de factores que vienen y van, desde y hacia esta serie de conductas indignas.
¿Y por qué elijo la dicotomía digno-indigno? Pues yo creo que está clarinete, la referencia es obvia. Y no es casualidad, es donde pongo la lupa para evitar algo que creo que puede ser una falla en la estructura base de este movimiento social tan importante y necesario en los tiempos que vivimos.
Porque, de lo anteriormente dicho, yo deduzco, que muchas veces protestamos contra esta indignidad, desde la frustración de no ser nostrxs quienes hayamos alcanzado estos deseos albergados en nuestros sueños colectivos. (Y no por ello maravillosos ni necesarios) O sea que hay una especie de envidia insatisfecha de esa indignidad, que transformamos en algo que nos oprime desde el exterior y que nos impide triunfar y conseguir nuestros sueños, colocando el punto de mira de la culpa-responsabilidad fuera de nosotrxs mismxs. (Lo cual libera un huevo, y que como terapia de vez en cuando no está nada mal)
Vamos, que seguimos teniendo la excusa de que el profe nos tiene manía.

Y no digo yo que no haya indignidad en acumular riquezas, y en el sinfín de barbaridades que se cometen contra la Naturaleza y la Humanidad con las envilecidas prácticas utilizadas para conseguir la susodicha riqueza. Es más lo digo y lo denuncio constantemente en mi vida, y lucho contra ello, creando alternativas a esta alienante inercia socio-vital. Lucho contra esta inercia que mutila la mitad de todo, a las mujeres como mitad de la población, a los sentimientos como mitad de la personalidad, a la naturaleza como mitad de la vida, a lo sagrado como mitad de la existencia.
Lo que quiero decir, es que no lo utilicemos como bálsamo protector total, si no que nos observemos un poco para ver cuanto de esta indignidad hay en nosotr@s, y si no es esa inercia social que nos empuja hacia la consecución del sueño colectivo, la que esta generando el movimiento de protesta y demanda de mi parte del pastel. Porque de ser así, no estaríamos cambiando absolutamente nada. Y el problema sistémico de base, seguiría campando libremente a sus anchas, por el rico caldo de cultivo de la inconsciencia global.

Pues nada, aquí dejo el recadito. Se que peca de superficial y vehemente, pero son dos condimentos perfectos para generar polémica, animar a la reflexión y a un posterior debate compartido, y eso, siempre traerá algo positivo. Así que, sirva esto de mecha para encender algo que acabe iluminando, pero sin explotar.


2 de febrero de 2012

Herederos


Soy un heredero, soy hombre.

He heredado privilegios reales, tan solo por ser de este linaje de caballeros, por ser de la casta de los hombres, de la estirpe de los machos, de la dinastía de los … varones salvajes.


Y a un heredero ya nadie le puede quitar lo que heredó, pues lo lleva dentro de si.
Un príncipe, aunque renuncie a su corona, lo hace desde la fuerza y seguridad que le otorga ser hijo de reyes y heredero de una corona.

Pero también soy heredero de la vergüenza que ello supone.
Soy heredero de las muertes en infinitas batallas para conquistar más ... ¿poder?
Heredero del deshonor de destruir a nuestra madre naturaleza por …  ¿ codicia?
Heredero de la estupidez y el infantilismo emocional crónico por …  ¿miedo?
Y heredero del orgullo desmedido esclavo del cerebro por … ¿debilidad?

Y ahora el único camino que veo, es el del desnudo público, andar desnudo mostrando mis constantes erecciones ante cualquiera de mis actos “reales”. Mostrar mis erecciones que dejan al descubierto todas las artimañas ejecutadas en pos de un único fin: descargar el torrente animal que gobierna la mitad de mi vida.
Y digo la mitad sí, porque aunque esa mitad sea fuerte y haya conquistado parte de la otra, solo es una mitad, y tiene su parte buena, útil y necesaria. Pero ahora hay que reconducirla, para eso hay que quitarle poder, y desnudarla quizá sea una buena herramienta para hacerlo.


Soy un heredero, soy hombre …
… mis pensamientos, palabras y acciones, salen desde mi herencia, y aunque a veces quisiera devenir perra en sexual herria, sigo siendo más de Francis Ford Coppula, por eso mi obligación es desnudarme, en silencio, y solo hablar de la ropa que me oculta, pues no se puede arreglar un corazón .. con un Machete.