5 de abril de 2012

A veces ... perdemos


Cuidadito que me brotan el sarcasmo, el cinismo y la ironía de las suelas de mis botas, y me río hasta de Janeiro.
Cuidado que las lágrimas ya dejaron limpio el paso a la brutalidad y el macarronismo poligonero y cafre. 
Ahora todo está húmedo, y resbalan las cosas importantes por mi mente tobogán y saltan fuera de mi compasión para estrellarse contra los bordes casi inexistentes de mi perímetro limitante de corrección exterior.

Hoy me río de los listos, y me río de los tontos. Me río de los correctos, los santos y de los libertinos. Me río de las responsables, las liberadas y de las descerebradas. Me río de las respetables, coherentes y de moral intachable. Y me río de los chulos de coche tuneado, de los empollones de gafas de pasta, de los aventureros de pacotilla, de los espiritualoides baratos, de las ejecutivas agresivas. Me río de los soldados, policías y demás obedientes sin personalidad. Me río de los curas, las monjas y de los corderos degollados. 
La sociedad es un perfecto teatrillo en el que la inmensa mayoría representamos unos papelillos sin relevancia en la estructura dramática, sin ningún tipo de  repercusión en el hilo argumental, sin poder para modificar el desenlace y posiblemente invisibles en los títulos de crédito. Y yo hoy, me río de nuestra inmensa estupidez, la cual nos hace creernos el papel que representamos, y en base a esa seguridad tan aplastante somos capaces de matar por defender nuestro pedazo de papel secundario sin frase.Me río de todo, bueno de todo no, hay cosas y personas que no me hacen ni puñeterisima gracia.

No me hacen gracia ninguna de las personas que se encuentran en las altas esferas de esta sociedad putrefacta. No me hacen gracia los políticos poderosos, ni los banqueros influyentes, ni los religiosos omnipotentes, ni los empresarios todopoderosos, ni la realeza soberana, ni los altos cargos militares asesinos.
Pero a esos poderosos hijos de mala sangre, hoy les deseo lo peor que les puede pasar, les deseo convertirse en victimas de sus propias barbaridades. Les deseo que pierdan el poder, que pierdan el dinero, que pierdan el estatus, que lo pierdan todo y se diluyan en la masa borreguil, que vivan dentro de su peor pesadilla sin poder escapar de ella, sin un mañana donde despertar y volver a ser quienes eran y tener lo que tenían.
Aunque bien mirado parece que puede ser hasta un favor, porque iban a aprender un montón, pero bueno, pues que aprendan pero sufriendo, jodidos y sin posibilidad de disfrutar de clemencia, compasión ni piedad. Que cumplan su merecido castigo. (que pena que no crea en la justicia, ni humana, ni divina, ni poética)

Que buen rollo eh? Como mola esta vida guay. Cuanta libertad, independencia, autorrealización y felicidad, verdad? Si es que tenemos una suerte, ayy! Cuanto peor viven en otros lugares, en otros lugares que hemos jodido claro, en otros lugares que nos empiezan a afectar. Y mañana posiblemente nos toque vivir a nosotros en esos otros lugares, y diremos: Ayyyy! Cuanto peor vivirán en otros lugares! Y nos inventaremos las excusas necesarias para negar nuestra miseria real. Bendita capacidad de tragar mierda.
Y con esto no quiero decir que no haya cosa buenas en esta vida, las hay y muchas, pero generalmente estan en la naturaleza o en la esencia de las cosas y el sentido profundo que se esconde detrás de tanta basura. Pero esta belleza no resta ni un ápice la inmundicia que nos rodea, simplemente la hace más real y le da sentido, nada más.

No somos así o asao, estamos de alguna forma momentánea y cíclicamente, y yo hoy estoy así, hecho un volcán triste que escupe lava en forma de palabras cenicientas. Se que nadie me lo tendrá en cuenta, porque apenas aparezco en un par de escenas y solo soy un extra que pasea por el fondo de la escena sin mirar a cámara. Así que me permito el lujo de babear espumarajos públicamente, sabiendo que mañana me despertaré de otra manera y veré la misma mierda, pero maquillada por mis gafas de disfrazar miseria, y nadie recordará que ayer me escurría lava por la barbilla, y no llevaba lavero.

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