Queremos arreglar los problemas de la Tierra
con la misma prisa
con la cuál la hemos destruido.
En el nombre de la prisa
hemos justificado infinidad de tropelías
y ahora queremos remediarlas
con la inercia de la misma urgencia.
Pero la vida nos insta
a bajar revoluciones
a reducir la agresividad
a contemplar como la vida se organiza
y desde esa calma
comenzar a reconstruir.
Creo que la vida nos está esperando
al otro lado de la prisa.
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