Me gusta cenar
antes de que se escuche
por primera vez
al Cárabo ulular
Y desayunar
en el espacio mágico que hay
entre su último cantar
y el primero del Zorzal.
Un dado mágico gira y gira suspendido en el aire. Cae y rueda por el suelo danzando a brincos mostrando todas sus caras numeradas. Todas las opciones ruedan y saltan. Y mi destino se para esperando a que el dado detenga su marcha. Cada vez baila más cansado, gira sobre sí agonizando su inercia. Y por fin, se para. La suerte esta echada. Y sin Re, no hay Sol que brille.
No hay comentarios:
Publicar un comentario