Emocionado
como un crío
le
abro la puerta al corazón
desordeno
mi sexo
siento
las caricias como un milagro
que
soy
hijo
del misterio
merezco
todo
para
ayudar con mis carcajadas
a
Dios en sus deberes.
Que
ello me permita enamorarme
de
la niña a
la que le dicen fea
y
que
libera palabras tormenta
para
asestar letras mortales
a
los versos conjurados en dar vida.
Sólo
el amanecer escucha
el
gorjeo del pájaro amante
que
anida en el árbol de las lágrimas,
cantando
de mi vacío,
riéndose
en compasivos trinos
de
nuestra niñura.
Yo
en él ... seré Tailandia ...
...
no ciudad cobardía
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