Entrego
mi flor al fuego
en
sacrificio
para
que se transforme en fruto
que
ofrecer
a
cambio del placer
de
ser comido.
Atrapado
en el primer verso
peinado
no
retozo con la mozuela
que
me lame las vergüenzas;
sólo
soy un tranvía
extasiado
ante la mariposa.
Despojos
de relojes
desperdicios
de besos
ruinas
de ilusiones
desechos
de orgullos,
todo
yace putrefacto
en
el vertedero de las inconsciencias;
y
al otro lado,
el
silencio de los labios Ruiseñores.
Abiertos
de par en par los brazos
abiertas
las puertas y las manos
abiertos
los ojos
navegando
los mares
utilizando
el sextante
y
confiando en la suerte;
dándolo
todo
con
la mano extendida
abierta
y vacía
en
posición
de
recibir limosna.
Y
mis pies son otros labios
besando
los pasos
que
pasean mis besos.
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